EXPERIENCIA POR PRIMERA VEZ

Mis mayores temores eran abrirme por senderos desconocidos o verme poseída por influencias externas sin poder controlar la situación.

El sentirme diferente me hacía ser más reservada respecto a todo ese estado psíquico, porque las sensaciones eran tremendas al observar que cada vez que quería explicarme asustaba a la gente. Para mí fue, y en ocasiones sigue siendo preocupante y agotador captar tan intensamente  las influencias negativas o positivas  en los demás, porque me obliga a transmutar muchos pensamientos y situaciones que se hacen incómodas. 

Todas estas capacidades siempre son para el trabajo personal de cambio y autorrealización. También pasé por la experiencia de la contaminación al no saber controlar esa nueva reacción que sentía cada vez que me encontraba en situaciones en donde las energías negativas estaban bajo un manto de apariencias, perdiendo el límite entre mi “Yo” y las circunstancias. Es mucho más fácil llevar esa capacidad paranormal cuando somos capaces de comprender que nuestro “Yo espiritual” no teme a las fronteras y aceptamos nuestras obligaciones como tareas de Amor sin sentir la desconfianza de ser aceptados o no por gente que es incrédula.

El temor es lógico por el desconocimiento, ya que conocerse interiormente no es plato de buen gusto para la mayoría de gente que vive preocupada por temas superficiales, estresantes y artificiales, y lo que  es más desconcertante es que tú les hables de lo que captas en su interior. Hay que ser muy prudentes, porque ante todo está el respeto y el libre albedrío.

Todos llevamos esta identidad psíquica, no es nada añadido sino que es un legado perdido por nuestro propio miedo.

Un principio básico que me ayudó a salir de esas situaciones confusas fue sentirme uno con “la Madre Naturaleza”, cosa muy difícil por la pérdida de práctica y hábitos en nuestra sociedad. En segundo lugar, no temer las situaciones y  a la gente que parecía quedarse desahogada mientras yo percibía los fluidos hasta enfermar, sus miedos y angustias etc… Con el tiempo aprendí a canalizar esa energía que me consumía dejándome sin apenas flujo vital.

Una vez superada esa fase de autocontrol, comenzó a tener un sentido interpretativo el “juego del espíritu”, porque todo empezaba a encajar en el tapiz de mi vida construyendo así un espacio que era insólito para mí.